13 enero 2007

El espejo

El pasado había quedado limitado a unos cuantos instantes, que habían permanecido en la memoria a manera de toma fotográfica. Sin embargo, esas tomas ni siquiera correspondían a imágenes, pues no habían quedado rastros gráficos, sino que eran, en realidad, instantáneas del sentimiento o sentimientos que en ese momento habían sido expuestos…”Talvez sea lo mejor”…pensaba Rojo, pues recordar los detalles, lo llevarían a analizar el pasado y ello lo conduciría de nuevo a dejar de sentir y lo devolvería al círculo vicioso del que estaba saliendo…

El sentir, lo remontaba a sí mismo, le revelaba al oído las respuestas que ni siquiera se había planteado, pues igual, las preguntas solo conducían a un fin…Rojo necesitaba reprocesar, reciclar, renacer, y lo haría a partir de las ruinas…

Alonso, su hijo de 8 años, era su espejo. Tenían muchas diferencias, pero en la esencia, la realidad se les presentaba de una manera tan semejante, que había pasado inadvertida para Rojo si su consciencia no se hubiera despertado a la percepción. Y era a través de Alonso que Rojo sentía de nuevo al Rojo niño que vivía con él, le conocía más profundamente, lo comprendía y le ayudaba a sanar, y a la vez, lo mismo sucedía con Alonso…

Ser especiales en un mundo que aplana y homogeniza, muchas veces hace que la sobrevivencia se convierta en una carga...

Y Rojo se planteaba cómo no cortar las alas a este chico, como lo hicieron en el pasado con él, y poder guiarlo hacia la libertad…

Igual que con Daniela la respuesta se le devolvía a sí mismo: debía sanarse primero él.

Y para sanarse, Rojo necesitaba atender aquel niño que estaba dentro suyo y ayudarle a despojarse de su dolor, de su rabia, de su impotencia…Sólo si escuchaba esa voz, podría enrumbar su camino …

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