Somos Rojo y yo ahora, de frente, como en un espejo…porque somos el mismo: el que hubiera querido ser y el que era, el que era y el que es, el que es y el que quiere ser…Llegamos al presente…
Ya no hay más “quisiera” ni “hubiera”, el pasado es pasado…
Encontrarnos en el presente, nos abre un abismo insondable a la vez. Es desconcertante hallarse de frente con uno mismo, sin peros, fríamente…Darse cuenta de quien uno es y aceptarse así, en estas condiciones y con los condicionamientos que se traen del pasado…Y no precisamente porque pretenda evaluarme como un producto de circunstancias pasadas, porque no me considero un producto, pero sí pienso que la constante evaluación del ser interno, es lo que forja el cambio. Con tan sólo adquirir consciencia de un estado, podremos pasar a otro, sino, la vida misma se encargará de dejar ataduras que tarde o temprano detendrán la marcha o empañarán el rumbo…
Ahora, la sensación es extraña, porque ya no hay qué culpar, a quién culpar, y era lo usual, culpar algo o a alguien…La culpa se ha tornado en responsabilidad y la responsabilidad se debe alimentar con decisiones…Y tomar decisiones es un caos para alguien que ha sufrido de abuso.
El abuso anula la autoestima, la seguridad en sí mismo, y por consiguiente no se desarrolla la capacidad para tomar decisiones. Una decisión, por simple que sea, conlleva aceptar la responsabilidad de tomar una buena o mala opción. Y aunque antes había culpado de alguna manera a los demás por el rumbo que había tomado su vida, ahora, soy consciente que siempre había cedido esa responsabilidad a los demás…
Erguido, frente a mí mismo, enfrento ahora al presente, el momento eterno…La primer decisión: Ser feliz…
un cafetal,
de repente una ráfaga
con ese aroma…
entre bandolas blancas
cortejan dos yigüirros
28 junio 2007
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